Betty Paiz, guatemalteca, conoce el valor de permanencia de la piedra y sabe que la escultura nace para ser acariciada. Entra en comunicación con el material para encontrar las palabras que esconde, e interviene sus capas para construir un objeto poético, respetando su naturaleza geológica. En “Círculos de vida “la riqueza de transparencias y vetas blancas permite ver como el tiempo marca en nuestra vida ciclos que enseñan, memorias de nuestras experiencias. Sus formas caprichosas, tersas y ásperas son un registro del propio existir, es la huella del tiempo con ángulos claros y obscuros, con la constante de la transparencia de la luz que nos guía y destina”.