Dulce María González es una artista autodidacta nacida en Guatemala. Su trabajo forma parte de la recreación de su propio mundo, principalmente de sus recuerdos. Esta obra de composición abstracta, elaborada con acrílico sobre lienzo, es una pieza que llama la atención por su color rojo carmesí, que lleva a inspirarse a través del elemento que la distingue, “La Pitaya”, un fruto exótico que se caracteriza por florecer únicamente en las noches, simboliza la manera en la que se puede inventar de nuevo sobre lo que ya existe.

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