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La fotografía, documento y testimonio

La obra de Jorge Chavarría parte de una idea que da vida a un discurso fotográfico. En “Lucha Diaria”, el artista explora la realidad de los luchadores guatemaltecos. ¿Cómo son detrás de la máscara, cómo son sus familias? ¿Cómo se desarrolla su vida afuera del tapiz del cuadrilátero de 12 x 12 metros, con una zona central de 7 metros de color amarillo?

La serie expuesta en la Galería Rozas-Botrán zona 14 del 5 de julio al 27 de agosto, expresa el análisis antropológico y sociológico de la lucha libre, una disciplina olímpica en la que se impone el deportista que hace caer al adversario al suelo, manteniendo sus dos hombros fijos sobre el tapiz o ganando puntos por golpes dados. Las imágenes muestran la dualidad cotidiana de hombres y mujeres que tienen una figura pública y a la vez son seres humanos que batallan para dar amor y sustento a sus familias.

Desde niño, Jorge tuvo contacto indirecto con la fotografía. Su papá tenía una cámara instantánea Polaroid con la que hizo muchas fotos familiares, nunca relacionadas con el arte. Hasta que fue adulto, decidió aprender de forma autodidacta. Le fue bien en algunos concursos fotográficos y descubrió que podría convertirse en algo importante para su vida.

A partir de aquel descubrimiento, la obra de Chavarría, investigador por naturaleza, se distingue por el uso de procesos fotográficos artesanales del siglo XIX, sustentados en el intenso y profundo estudio de reacciones químicas. Aprendió que la fotografía es versátil y le permite tener muchísimas estéticas. Le gusta utilizar cámaras infrarrojas para denotar surrealidad e imágenes. Emplea película a color cuando trabaja algunas series documentales. Apoya su trabajo en el génesis de la fotografía, desde los daguerrotipos, impresión al carbón, albumen… técnicas que le ha llevado varios años entender y perfeccionar.

De este fotógrafo, además de la sensibilidad para escoger los temas de su trabajo y su maestría técnica, nos maravilla el uso del wet plate o colodión húmedo, un barniz que se vierte líquido en las placas fotográficas, así como el resultado de aplicar el Orotono, creado al imprimir un positivo en una placa de vidrio recubierta con gelatina de plata y un pigmento que provoca una imagen dorada; el Cianotipo, una copia negativa del original, color azul de Prusia, que resulta al utilizar citrato de amonio férrico y ferrocianuro potásico; y el marrón Van Dike que se deriva del citrato férrico y nitrato de plata.

Sabemos que, para Chavarría, el arte es una forma de expresar inquietudes y miedos; admiración y belleza; investigar y aprender. El artista afirma que “generar arte es tratar de dejar algo de sí mismo en un objeto para que sea parte de alguien más. Es una forma de trascender”. Su pasión se manifiesta en el redescubrimiento de la historia de la fotografía para entender lo que esta hizo por el mundo: trasladarlo a imágenes.

 

José Rozas-Botrán

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